Night School by C. J. Daugherty

Night School by C. J. Daugherty

autor:C. J. Daugherty
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Intriga, Juvenil
publicado: 2012-01-01T00:00:00+00:00


Dieciséis

Durante las horas de caos que siguieron al ataque, los profesores reunieron a los alumnos en el lóbrego comedor para tratar de aplacar el pánico. El personal de mantenimiento repartió linternas entre los alumnos, mientras que las enfermeras improvisaron unas urgencias en un rincón. Los heridos hacían cola para que les curaran los cortes, les examinaran las quemaduras, les entablillaran los esguinces o les enyesaran los tobillos rotos.

La sala estaba hasta cierto punto libre del humo asfixiante que persistía en los pasillos. En cambio, los sollozos ahogados de los alumnos y la expeditiva conversación del personal médico saturaban el ambiente.

—Pásame esas gasas.

—Este tobillo necesita un baño de hielo. ¿Hay uno libre?

—Antibiótico intramuscular.

Dos silenciosos miembros del mantenimiento trasladaron a Lisa, que seguía inconsciente, a la enfermería. Al principio, Jo y Allie insistieron en acompañarla y revolotearon en torno a la camilla como pajarracos. Por fin, Eloise las convenció de que se quedaran.

Una mancha de hollín le emborronaba la mejilla y aún no se había cambiado el vestidito negro. Tampoco había recuperado los zapatos pero tenía los ojos brillantes y despiertos.

—Os prometo que no le pasará nada. Necesita descansar. Y vosotras hacéis falta aquí. Por favor, decidme que puedo contar con vuestra ayuda.

Las chicas asintieron a regañadientes, y ella las mandó al piso de arriba a que se limpiaran la sangre y se cambiaran de ropa.

A medida que ascendían, el rumor asustado del piso inferior se fue disolviendo poco a poco en el silencio sepulcral de los dormitorios. Jo cogió a su amiga de la mano. A Allie le dolía la cabeza y tenía el estómago revuelto. Estaba a punto de vomitar.

Cuando se separaron al llegar arriba, Jo dijo:

—No correremos peligro, ¿verdad?

—Eloise no nos habría hecho subir si no fuera seguro —repuso Allie, pero en su voz había duda.

—Vale. Date mucha, mucha prisa. Nos vemos en el cuarto de baño.

Allie abrió despacio la puerta de su habitación y paseó el haz de la linterna antes de entrar para comprobar que estuviera vacío. En la oscuridad, el lugar le pareció extraño… como si no guardara ninguna relación con ella y sus pertenencias hubieran ido a parar allí al azar. Tras cruzar la habitación a toda prisa, rebuscó en el armario y sacó lo primero que encontró.

Más tarde, en el cuarto de baño, en una ducha oscura y fría iluminada tan solo por una linterna apoyada contra las sandalias color plata de Jo, se restregó el cuerpo con fuerza para retirar la sangre. El frío y el agua le aclararon los pensamientos, como si pudieran arrastrar la noche entera. Jo la esperaba junto a un lavamanos, paseando el haz de su linterna por el cuarto. De vez en cuando, se llamaban mutuamente para tranquilizarse.

—¿Sigues viva?

—Sí. ¿Y tú?

—Eso creo.

Cuando hubo terminado, Allie dejó los restos del vestido blanco y los zapatos plateados de Jo en el vestuario de la ducha.

Juntas, corrieron escaleras abajo, donde el ambiente de terror había mudado en sombría eficiencia.

Las luces de las linternas bailaban por los pasillos mientras un grupo de alumnos procedía a sacar muebles chamuscados del salón de baile.



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